Cuando me invitaron a participar del panel de presentación de una muestra de arte GLTB, lo primero que vino a mi mente fue la pregunta ¿Puede existir un Arte GLTB? Y de existir un arte así, un arte fuertemente identitario ¿dónde reside tal identidad? ¿en quien ejecuta la obra? ¿en la misma obra a través de su temática o de algún otro aspecto? ¿La identidad GLTB de una obra reside en quien la observa? ¿Hay una mirada GLTB?
Dejo estas inquietudes abiertas para reflexionar entre todos, pero antes de dar cualquier respuesta a estas me parece importante analizar algunos aspectos de la cuestión GLTB en relación al arte y a prácticas culturales.
Por un lado no podemos negar las relaciones que los grupos que conforman las siglas GLTB mantienen con algunas prácticas culturales por ej: los Gays con la música electrónica. Mujeres lesbofeministas con la performance, la dirección cinematográfica y con la música popular (en Argentina con el tango y el folklore, en Brasil con el bossa nova, en México con los danzones, etc). Las relaciones que establecen las travestis y drags con el carnaval, el maquillaje, el diseño y la coreografía (voguing). Y finalmente la relación particular de algunos hombres trans con la fotografía, respondiendo no sólo a la ausencia general de registro trans en la práctica tradicional fotográfica sino también, al particular tipo de representaciones que ha tenido lo trans en dicha tradición (referentes de esto son por ejemplo Del la Grace Volcano y Loren Cameron). Por supuesto todas las relaciones mencionadas anteriormente no son cerradas ni excluyentes pero sí están instauradas en un imaginario GLTB.
Por otra parte me parece pertinente destacar otro tipo de relación que es la del arte con las agendas de política GLTB. Es decir, el arte como instrumento político que denuncia celebra, cuestiona y muchas veces nos invita a la reflexión. Creo que dentro de este marco relacional podemos situar a la Colección Visible. Una colección que pretende acortar las distancias entre la comunidad GLTB y el resto de la sociedad. Visibilizando y celebrando la pareja gay, el matrimonio gay y exigiendo los mismos derechos para parejas gays y lesbianas, pero también celebrando el arte de temática GLTB, sin importar si los autores de las obras se identifican o no dentro de dicha comunidad.
En lo personal considero que estas políticas de integración, asimilación y naturalización de la cuestión GLTB, como es sintomático en lo GLTB, no sólo se presentan de manera jerárquica dando prioridad y visibilidad a los grupos por separado y en el orden pertinente: G, l, t, b. sino que también y sobre todo aseguran que nadie se mueva de su casillero. Así encontramos una treintena de obras “gay con gay”, seis obras “lesbiana con lesbiana” y tan solo una obra trans que por suerte ya no muestra a la travesti sola haciendo una variete de circo, esta vez la representación propone “travesti con travesti”.
Es importante pensar que en la medida en que este tipo de muestras visibiliza celebra y reafirma, también, construye en un sentido preformativo, la noción de comunidad GLTB y de derechos, en este sentido creo que debemos advertir el carácter ficcional de esta comunidad, el problema de representatividad que la pregnancia de lo gay supone para el resto de los integrantes, y la distancia abismal entre los derechos civiles de gays y lesbianas (matrimonio, adopción) frente a los derechos humanos de travestis y transexuales (derecho al nombre, al trabajo, a la salud y educación).
Mi aporte a esta muestra es una mirada reflexiva hacia el interior de esta comunidad GLTB, sumando a la colección 6 piezas gráficas de montaje digital. Reversiones de la obra de Manet, almuerzo en la hierba, en las cuales, y siguiendo el juego que propone el autor de la original, algunos cuerpos aparecen abyectos y excluidos, respecto a otros pares de cuerpos que comparten características sexuales y genéricas. Así se muestra de qué manera factores como la corporalidad, la edad, la clase social, diferentes niveles de empoderamiento, prejuicios, paternalismo y el control de la expresión de género exacerban las fisuras intracomunitarias.
Cito para finalizar, y para abrir al diálogo, una frase de Jane Gallop acerca de la identidad y que a mi criterio podríamos aplicar a la idea de un arte identitario:
“No creo en alguna nueva identidad que sería adecuada y auténtica. Pero no busco tampoco algún tipo de liberación de la identidad. Esto sólo conduciría a otra forma de parálisis: la oceánica pasividad de la indiferenciación. La identidad debe ser continuamente asumida e inmediatamente puesta en cuestión”
Telephone
Observemos la contemporaneidad del arte, toda en una, eso que varios denominan arte avanzado:
Arte Póvera, Fluxus, Accionismo Vienés, Arte de Género, Abyección, Cita, Apropiación, Parodia, Montaje, Alegoría, Video Arte, Sociedad de Masas, Pop, Kitsch, Cursi, Camp, Posestructuralismo, Figuración desviada, Exceso-
Así Lady Gaga con su último corto “Telephone” manda al cuerno a cuanta rubiecita del pop andaba dando vueltas por ahí y termina por consagrar a Madonna como la reina del pop, la convierte en mito, en esa que sonó en los ´80 ´90 y hasta el dos mil diez.
Para quienes crezcan escuchando, pero principalmente viendo las propuestas performáticas de Lady Gaga les resultará difícil y poco asimilable el encuentro con el Oops i did it again de Britney, Dirty de Christina Aguilera o Rich Girl de Gwen Stefani.
Con Telephone Gaga traza una línea, genera una brecha insalvable, coloca del otro lado cualquier afirmación (subversión) identitaria que pudieran suscitar las antiguas chicas del pop, anticuadas quedan las reivindicaciones gay lésbicas trans y raciales del video Beautiful de Christina, o el beso de Madonna y Britney en los MTV, Gaga es postidentitaria, (descontando que para besos, al comienzo de su video aparece tranzando con una butch.) no necesita besar a Beyonce, su aliada musical estratégica, cuando puede comer de su mano, ser alimentada en la boca (invirtiendo así las relaciones de fuerzas habituales en materia racial) en un gesto a la vez que homoerótico, solidario, feminista y postfeminsita al mismo tiempo.
El hecho de que la artista se permita el feísmo, cierta antiestética o estética desviada, que juegue a encarnar parodias del género y rarezas la convierte en eso que algunos llaman drag queer, una performer que hace hipérbole, ya no de la femineidad y/o masculinidad (drag queen o drag king), sino de la rareza, de lo abyecto. Eso que se conoce como el devenir glamour de la basura, el camp.
En este último sentido la basura de la que Lady Gaga se nutre no son sólo colillas de cigarrillos, latas de gaseosa o retazos de tela, las basuras de las que Gaga se alimenta son más precisamente los resabios del pop anterior, desde el rubio decolorado (y también el amarillento), pasando por los trajecitos de diseño que a su vez ya citaban a divas anteriores (como en el caso de Madonna, Gwen Stefani y Christina Aguilera evocando a Marilyn por ejemplo), los bailecitos coreográficos, hasta llegar a los bochornos y las decadencias que protagonizaron Britney Spears y Lindsay Lohan en sus vidas extra(?)artísticas.
Cada fotograma del nuevo video de Lady Gaga y Beyonce es una cita y una apropiación paródica y alegórica a otros cientos de signos del mundo del pop, la música y el video clip, que se repliegan unos sobre otros de modo inabarcable por su propia constitución inorgánica y fragmentaria.
Lo más curioso y lo más potente de todo esto es que a diferencia de las citaciones que hacían sus antecesoras, las de Gaga, no son nostálgicas y no guardan ninguna relación encantada ni melancólica con el pasado ni con el futuro del pop.
Burgos – Cabral
BUCAL, Intervenciones.